Debido a la pandemia, estamos viviendo en todo el planeta una situación inesperada y desafortunada en materia de salud y muchos otros ámbitos. Esto ha cambiado por completo las costumbres, planes, proyectos, rutina y estilo de vida de las personas. Obligándonos a permanecer en casa, para protección de nuestra propia salud y de los demás. Se estima que, a partir del mes de marzo, al menos 2,600 millones de personas fueron puestas bajo algún tipo de cuarentena. Lo cual representa un tercio de la población mundial.
Para mediados del mes de junio, la enfermedad por COVID-19 ya había registrado más de 9 millones de casos confirmados. Donde se registraron al menos 470.000 personas muertas. Desafortunadamente los contagios han continuado y el número de fallecidos en el planeta está muy cerca de llegar a los 2 millones. A pesar de todas las medidas de prevención, protección y seguridad difundidas hasta ahora por las autoridades.
Una situación tan crítica, necesariamente debe dejarnos a todos varias enseñanzas; cómo darnos cuenta que somos resilientes. La resiliencia es la capacidad para adaptarse haciendo frente a situaciones adversas con resultados positivos. En un principio, éste concepto se interpretó como una condición innata del individuo, posteriormente se enfocó en los factores no solo individuales. Sino también, familiares y comunitarios, a los cuales se han sumado los culturales.
Modelos de resiliencia
Las investigaciones actuales definen a la resiliencia como un proceso comunitario y cultural, que responde a tres modelos que la explican:
1- Modelo compensatorio.
2 – Modelo de protección.
3- Modelo de desafío.
En resumen, éstos modelos se refieren a que la mayoría de las personas tenemos la capacidad de reinventarnos, cuidarnos unos a otros, recrear nuestra vida lo mejor posible durante una época de crisis y vislumbrar un futuro promisorio.
Otra enseñanza importante, es saber que hemos desarrollado habilidades que desconocíamos tener, pero que surgieron por necesidad y obligación ante la crisis. La capacitación ha sido fundamental porque nos ha permitido adquirir nuevos conocimientos sobre atención, prevención y cuidado de las personas. Una vez más ha quedado de manifiesto la solidaridad entre las personas para ayudar al prójimo en una situación complicada, demostrando que tenemos la fortaleza para convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.
División de consecuencias de esta pandemia
Sin embargo, también debemos ser conscientes que hay un aspecto que representa uno de los mayores desafíos futuros de la pandemia, me refiero al de la recuperación tanto física como psicológica de los diferentes grupos en los que podríamos dividir sus consecuencias:
- Las secuelas psicológicas por el encierro prolongado así como el estrés tóxico generado por la cantidad de repercusiones físicas, emocionales, laborales y financieras
- Todos aquellos pacientes que por fortuna han librado la enfermedad después de haberse encontrado en situación crítica de salud con las secuelas que les pueda traer, tanto a ellos como a sus familias.
- Ese numeroso grupo de personas que por desgracia han perdido la vida y dejado un enorme hueco irreparable para sus seres queridos.
Considero que se deben establecer estrategias muy claras para dar apoyo a los grupos más afectados por la pandemia para su pronta reintegración a la sociedad y la vida productiva.
A manera de conclusión, pienso que individualmente y como sociedad, debemos estar lo mejor preparados para ese nuevo comienzo de la vida de todos los seres humanos después de la pandemia, que de ninguna manera, en la opinión de quien escribe, volverá a ser como antes, porque lo imagino como “el día después de mañana”, donde habrá que reestructurar todo el tejido social. Debemos darnos tiempo para planificar cómo establecer la nueva rutina de vida y organizar correctamente la convivencia en todos los ámbitos con nuestros semejantes, privilegiando la protección personal para la prevención y cuidado de los demás como una norma no solo de civismo, sino como una obligación moral y un cambio cultural con soporte legal, donde la prioridad sea el respeto propio, de la comunidad, de nuestro entorno y del planeta en general.